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Retomando el texto de Pizzarroso:

 

“En Estados Unidos en los años treinta y comienzos de los cuarenta, el pintor Edward Hopper influencia la estética de este cine, a través de sus pinturas, cuando la arquitectura que retrataba las basaba en figuras geométricas cortantes, matizando sus detalles. La luz adquiere en su obra un protagonismo y los personajes parecían perderse en el vacío, evocando miseria y desesperación. En definitiva Hoppe se convierte en la iconografía clásica del cine negro”.

 

Después de la Segunda Guerra Mundial y como lo indica el libro “Manual de iniciación al arte cinematográfico” el autor recurre a las palabras de Noel Simsolo (historiador del cine, actor, guionista y director de cine francés) para  manifestar que en las producciones posteriores a 1946:

 

 “(…) los filmes negros parecerán extraños cuentos de hadas con resonancias expresionistas teñidas de psicoanálisis”; donde emerge una (…) ambivalencia, (…) una contradicción interna presente en la naturaleza humana y conforme con las estructuras imaginativas de los creadores, suscitando el horror y la fascinación”

 

Fue en ese momento, donde comenzó la transformación del cine negro al thriller:

 

“(…) en los años 50  y como lo indica el portal web mencionado con anterioridad: “Se genera una evolución en el cine policiaco condicionada por la incorporación de elementos de misterio y acción, dando lugar al denominado thriller, que se caracteriza por su tono híbrido, acogiendo ingredientes procedentes de otros géneros”.

 

También para esta época, mucha de la literatura perteneciente a la novela policiaca, se difundió masivamente, como por ejemplo la película que el director Alfred Hitchcock lleva a la pantalla, basado en la novela Strangers on a Train (1951) de la escritora Patricia Highsmith, entre otras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuando con el relato del texto de Pizarroso:

 

“En los años sesenta y comienzos de los setenta, ya existiendo el color para la televisión el género intentó mantener sus originarias formas y estilos con la recuperación del paisaje nocturno urbano en películas como Taxi Driver ((Martin Scorsese, 1976) y Chinatown (Roman Polanski,1974). Aunque, era inevitable los cambios culturales que tornaban dichos paisajes con entorno más modernos, como por ejemplo la arquitectura un poco más vertical . Los «thriller» modernos se ambientan en grandes metrópolis como Nueva York, San Francisco, Chicago, etc. etc. que el espectador está acostumbrado a reconocer por sus «skylincs”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero adicionalmente a esos cambios estéticos, el thriller  con la gran influencia de Alfred Hitchcock fue convirtiéndose en un género que lograba centrarse mucho más en los conflictos internos del ser humano.

 

El thriller moderno y algunos subgéneros:

 

Según el libro “Aprender a ver cine” y parafraseando:

“el thriller aunque surge del cine negro, difiere en términos generales de dicha conexión, careciendo de la “(…) moral y estética, que los viejos clásicos del género mantenían con el contexto social de la época en que se realizaron. (…), por el contrario se basa principalmente en mostrar la “marcada vivencia de la libertad, proliferación de ámbitos de autonomía, conciencia de desarraigo y de desesperación como consecuencia de un afán incontrolado de dominio del mundo y del propio hombre, etc”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Stangers on a Train (1951) Alfred Hitchcock

Chinatown (1974) Roman Polanski

La combinación de diferentes recursos cinematográficos y rasgos característicos de otros géneros dan como resultado los subgéneros del thriller. Entre los más destacados se encuentran:

 

El thriller judicial: “la intriga es el principal argumento y está sujeta al seguimiento total o parcial de un proceso jurídico penal. (…) su único interés reside en sus apuntes temáticos sobre el funcionamiento del sistema de justicia. (…) siempre se consigue el triunfo de “la verdad”. (Causa Justa, las dos caras de la verdad)”.

 

El thriller futurista: “(…) la importancia de lo travelling y de lentos movimientos de cámara que quieren transmitir un ambiente solemne y majestuoso, en sintonía  con  la trascendencia de los sentimientos y convicciones que se intentan transmitir. (…) ambiente apocalíptico, fin de siglo, cargado de aires de revuelta y cambio social. Combinan argumentos policiales con escenarios del mañana. (Virtuosity, Demolition man)”.

 

El thriller neoclásico: “(…) muestra a las figuras arquetípicas del género, sobre todo a los agentes de la ley, como personajes convulsivos, violentos, corruptos, débiles y viciados hasta extremos de pura dejadez (Heat)”.

 

El psicothiller: “(…) la finalidad de este género es la contemplación, dentro de un contexto criminal, de unas conductas desde una perspectiva fundamentalmente patológica: se trata de destacar el carácter enfermizo y desordenado de la personalidad de los asesinos en serie. (…) se detienen en el análisis tanto de la patología del asesino en serie, como de la repercusión emocional que sufren los oponentes del criminal”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“(…) se caracteriza por recrearse en la truculencia de los asesinos en serie, como si buscaran en ellos la esencia de la fascinación por el mal y el poderoso atractivo que ejerce sobre la libertad del hombre, llevándole a cometer los mayores desórdenes morales”. (El silencio de los corderos).

 

Características del psicothriller moderno:

 

Citando las palabras de José Antonio Pulido, en la tesis “La Mancha en el Espejo: un guion cinematográfico enmarcado en el thriller psicológico:

 

“El psicothriller es una mezcla entre el thriller y el terror. La diferencia consiste en que en el terror en el thriller no nos asusta por las mismas cosas que podrían asustar simplemente una película de ese género (relación con monstruos  seres sobrenaturales, extraterrestres o muertos vivientes), sino porque devela o expone lo perturbador de la mente humana. Convirtiendo una situación aparentemente cotidiana, en perversa”.

 

Ahora, según Lorenzo Vilches en la misma obra: “(…) el thriller psicológico utiliza el suspense para mantener al espectador involucrado, dándole más información que la que saben los personajes en las escenas. Situación diferente que pasa con el horror, porque en este tanto el espectador como los personajes se mantienen en el mismo nivel de conocimiento, por ello el factor sorpresa es decisivo”.

 

Para complementar acerca del tema, Iván Sánchez-Moreno en su artículo “Enfermo de thriller: Un modelo estético de contemplación de Miquel Siguan”, expone en palabras de Pilar Pedraza[2] dice que en este tipo de thriller:

 

“(…) las temáticas y estéticas se asocian con la psicología: del expresionismo se recoge la preocupación por la suplantación de una doble personalidad o de un doppelgänger producto de una escisión esquizofrénica, un alter oculta. De otros autores, expone que “(…) del surrealismo, la retórica del psicoanálisis y las representaciones oníricas o alucinatorias y los backs de memoria y que  redundando en la causalidad de los complejos mal resueltos o de una pulsión sexual descontrolada que llevarían al protagonista a cometer un crimen”.

 

Un ejemplo de la influencia del expresionismo con relación a las temáticas psicológicas, donde existe una doble personalidad o doppelgänger es la película del cineasta Darren Aronofsky: El Cisne Negro.

 

 

 

El Cisne Negro (2010) Darren Aronofsky

El silencio de los inocentes(1991)Jonathan Demme

SH

© 2015 Sara María Hernández Castaño   - Apreciación Cinematográfica - Universidad de Medellín

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